Locales con historia
Un negocio histórico de la provincia de Cádiz cierra después de 67 años: «No hay relevo generacional»
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Hay churros que son más que masa frita: son recuerdos, mañanas de domingo, desayunos de barrio y conversaciones a pie de barra. Y hay patatas fritas que no son solo un tentempié. Así es y ha sido durante casi siete décadas la esencia de La Oriental, en Algeciras, una histórica churrería de la provincia de Cádiz que este año bajará la persiana para siempre.
Carlos Gómez y Carmen Lérida han estado al frente del negocio durante los últimos años, recogiendo el testigo de sus suegros y manteniendo viva una tradición que se remonta a generaciones atrás. «Después de verano ya, después de tantos años, nos dejamos porque estamos un poquito cansados«, confiesan con una sonrisa serena y un puntito de nostalgia.
En La Oriental se madruga para preparar el desayuno de muchos gaditanos: churros recién hechos, café, chocolate, y una atención esmerada que, según ellos, es parte del secreto de su éxito. «Le damos calidad y le damos cariño», aseguran sin querer desvelar mucho más.
Por la tarde, el olor cambia y manda el crujir de las patatas fritas y las cortezas, otra de las especialidades que han marcado a varias generaciones de vecinos.
La falta de relevo generacional, sin embargo, ha sellado el destino del local. «No tenemos gente que nos sustituya porque mis hijos, gracias a Dios, los tres tienen su carrera y están bien colocaditos... y ya esto se cerrará». Lo dicen con orgullo y también con la tristeza tranquila de quien sabe que no todo se puede tener.
«Cuando se cierre, un poquito de menos lo echaremos», reconocen, mientras continúan sirviendo desayunos con la misma amabilidad de siempre. Y es que La Oriental no ha sido solo un negocio, ha sido un lugar con alma. Y en tiempos de franquicias que se multiplican como setas, perder oficios como éste es perder también un trocito de identidad local, un aroma a barrio y a verdad que no cabe en moldes industriales.
Todavía quedan unas semanas para disfrutar de sus churros con chocolate y de sus patatas con historia. Después, se apagará la freidora y quedará el recuerdo. Un recuerdo sabroso, como el que dejan las cosas bien hechas.